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Consideraciones a tener en cuenta antes de defecar en el monte

Defecar en el monte o, lo que es lo mismo, cagar o soltar lastre, requiere de ciertas reglas a seguir por el bien de la comunidad.

Defecar en el monte o, lo que es lo mismo, cagar, soltar lastre o hacer un muñequito, es un acto forzado que resulta indispensable realizar allá donde nuestro cuerpo decide no aguantar más. Las rutas de montaña más frecuentadas por deportistas y amantes de la naturaleza se han convertido en todo un muestrario de esos pequeños regalos en forma de excrementos que, en contra de la generalizada creencia popular, acarrean un grave problema ecológico al provocar importantes alteraciones al ecosistema.

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Cómo defecar en el monte y por qué

Todo deporte practicado al aire libre requiere de ciertas normas básicas de convivencia y respeto por el Medio Ambiente. En la gran mayoría de rutas de montaña de alto tránsito, así como en zonas de caza y otros espacios naturales frecuentados por buscadores de setas, de espárragos o de cualquier otro elemento comestible, es muy común encontrar los restos abandonados de una considerable cantidad de excrementos que algún apurado usuario de la montaña se ha visto obligado a evacuar en el lugar, con el consiguiente y desagradable efecto visual y aromático para el resto de personas.

El problema es que los excrementos humanos, además de ser visual y aromáticamente desagradables, resultan peligrosos tanto para el Medio Ambiente como para las personas, con consecuencias sanitarias y ambientales especialmente preocupantes. En las mejores condiciones, las heces de una persona tardan más de un año en desaparecer de forma natural, por no mencionar el papel, las toallitas, los tampones, las compresas o los pañales, que pueden estar presentes en la montaña durante milenios debido a su lenta degradación.

Debido a este lento proceso de degradación, los excrementos humanos son causantes de graves problemas, tanto en el ámbito sanitario como en el ambiental. Las heces de una persona pueden ser fuente de parásitos intestinales humanos (véase Giardiasis o Cryptosporidium) que, en caso de no controlarse adecuadamente, terminan contaminando el ecosistema y transmitiendo la enfermedad a otras personas y animales. La lluvia, el viento e incluso la fauna propia del monte son los encargados de transmitir dichos parásitos, llegando a contaminar ríos, embalses y depósitos de agua destinados al consumo humano.

Pero, ¿qué hacer en el monte ante una urgencia intestinal sin solución? Obviamente, no podemos luchar contra un retortijón de esos que te dejan la piel pálida y un sudor frío en la frente. Pero sí podemos actuar con responsabilidad, evacuando nuestras necesidades de forma que causemos el menor daño posible en el entorno. Para ello, lo único que debemos hacer es cavar un pequeño agujero que después nos servirá para enterrar el fruto de nuestra indisposición. Al enterrar los excrementos, lo que hacemos es acelerar el proceso de descomposición de las heces y evitar su propagación hacia vías acuíferas.

Otra cuestión importante a tener en cuenta es asegurarnos de que no vamos a defecar en un lecho seco, ni cerca de cursos de agua, ni en una zona inundable, ya que de esta manera evitamos que con la lluvia nuestras heces salgan a flote y viajen allá donde el agua las lleve, con el consiguiente riesgo sanitario que ello comporta. Por supuesto, tanto el papel, las toallitas o las compresas que desechemos deben ser guardadas en una bolsa estanca y transportadas hasta un sitio más apropiado para su eliminación.

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