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Contracturas musculares. ¿Qué son y cómo se tratan?

Las contracturas musculares son muy frecuentes en el mundo del deporte. ¿Qué son? ¿Cómo se tratan? ¿Se pueden prevenir?

Las contracturas musculares son muy frecuentes entre los aficionados al ciclismo de montaña y en general, en todos los deportistas que realizan algún tipo de actividad física. Conocer a fondo qué es una contractura muscular y la forma de tratarla nos va a ayudar a mejorar nuestro rendimiento y a evitar sufrir sus dolorosas consecuencias.

Contracturas musculares. ¿Qué son y cómo se tratan?

¿Qué es una contractura muscular?

Una contractura muscular es, tal y como su nombre indica, una contracción continuada e involuntaria del músculo o alguna de sus fibras. Aparecen tras un esfuerzo intenso y se manifiestan como un abultamiento en la zona afectada, que implica dolor y alteración del normal funcionamiento del músculo.

Aparecen cuando el músculo realiza una actividad inapropiada en intensidad o en función. Cuando forzamos el músculo con más peso de lo que es debido, o cuando realizamos un esfuerzo mantenido en el tiempo como en el caso de una mala postura sobre la bicicleta de montaña, son algunos de los ejemplos de posibles causas de una contractura muscular.

Las contracturas pueden aparecer durante el ejercicio físico o después del mismo. En el primer caso la contractura se produce porque hay una acumulación de metabolitos en el músculo que provoca dolor e inflamación, al no existir una suficiente irrigación sanguínea en la zona. En el segundo caso, las contracturas aparecen debido a una fatiga excesiva de las fibras musculares, que ven disminuida su capacidad de relajación tras acabar el ejercicio.

¿Cómo tratar una contractura muscular?

Lo primero que tenemos que hacer para tratar una contractura es prevenir su aparición, y para ello no hay nada mejor que realizar un buen calentamiento para preparar el músculo antes del esfuerzo físico. Un aumento progresivo de la intensidad del entrenamiento también ayudará, siempre de menor a mayor intensidad. Realizar estiramientos antes y después del ejercicio también evita las contracturas al mejorar la distensión y facilitar la relajación y recuperación del músculo tras el esfuerzo.

Una vez que tenemos una contractura ya no queda más remedio que tratarla. No es conveniente tratar una contractura por nosotros mismos, ya que masajes inapropiados o medicamentos recomendados equivocados pueden empeorar la lesión. Lo mejor es visitar a nuestro médico de cabecera o a un fisioterapeuta para que determine de qué tipo de contractura se trata y proceda con el mejor método para su tratamiento, entre los cuales se encontrarán:

Miorelajantes y antiinflamatorios: ciertos medicamentos relajan la musculatura y reducen la contracción muscular. Se suelen utilizar en casos en el que el dolor es muy acusado. Siempre deben estar prescritos por un médico.

Calor local: Suele ser útil para conseguir un efecto relajante y analgésico sobre la zona contracturada.

Masajes: Los masajes deben ser realizados por personal cualificado, ya que la contractura puede empeorar por una mala manipulación de las fibras musculares. Un correcto masaje provocará un aumento de flujo sanguíneo en la zona que mejora la recuperación de tejidos y drena el exceso de metabolitos del músculo, además de propiciar una relajación del músculo, reduciendo el dolor y la tensión.

Estiramientos y actividad ligera en el agua: son aconsejables tras la fase aguda de una contractura muscular, y es lo mejor para ejercitar los músculos los días siguientes a la lesión (tras 48 o 72 horas de reposo total).

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