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La ciencia lo confirma: el ejercicio físico rejuvenece el sistema inmunitario y previene infecciones

Un estudio publicado en Aging Cell sostiene que las personas mayores que han practicado ejercicio físico de forma regular tienen un sistema inmunitario equivalente al de una persona de 20 años.

El ejercicio físico practicado de forma regular es un gran aliado de la salud, aunque estaba por demostrar cómo afecta esta práctica a las personas mayores y, más importante aún, qué beneficios produce una vez sobrepasada cierta edad. Un estudio publicado en Aging Cell, la prestigiosa publicación científica de la Anatomical Society (AS), ha confirmado que un buen número de ciclistas de entre 55 y 79 años de edad que han sostenido niveles elevados de actividad física en la mayor parte de su vida adulta presentan un perfil inmunológico muy similar al de una persona de 20 años.

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El estudio ha tomado como muestra los datos de 125 personas de entre 55 y 79 años de edad que han practicado ciclismo de forma regular durante buena parte de su vida adulta. Los datos analizados han arrojado lo que muchos ya suponían: el ejercicio físico no solo ralentiza el envejecimiento, también sirve para mantener joven el sistema inmunitario y reducir de forma importante el riesgo de padecer infecciones, enfermedades inflamatorias como la artritis, tan común en la tercera edad, o enfermedades metabólicas como la obesidad, la diabetes, o la hipertensión.

Vale la pena reseñar que el ejercicio físico no solo actúa sobre el sistema inmunológico del organismo, lo cual ya es algo muy importante. La práctica regular de actividades físicas previene la pérdida de masa muscular, un mecanismo que se acelera a partir de los 40 años, así como la ralentización del metabolismo, principal causante de esos kilos van sumándose en la báscula y que cada vez cuesta más perder. El ejercicio también es la mejor forma de luchar contra el sedentarismo, nada menos que el cuarto factor de riesgo de mortalidad a nivel mundial, y la forma más sencilla de segregar endorfinas, unos opiáceos naturales del organismo que pueden ser hasta 20 veces más potentes que los medicamentos contra el dolor que se venden en las farmacias y, además, producen sensación de bienestar y placer.

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