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¿Salir o no salir a entrenar? Tres situaciones en las que es mejor tomarse un descanso

Salir a entrenar de forma regular es fundamental para progresar sobre la bicicleta, pero a veces no es lo más recomendable: tres situaciones en las que es mejor tomarse un descanso.

¿Salgo o no salgo a entrenar? Esta pregunta es la que todo ciclista se ha hecho uno de esos días en los que por falta de ganas, por problemas de salud o por simple agotamiento, salir con la bicicleta se convierte en una obligación en lugar de un placer. Entrenar de forma regular mejora el rendimiento físico y eso nadie lo pone en duda, pero hay momentos o situaciones en las que la decisión más inteligente pasa por tomarse uno o varios días de descanso, tanto para evitar caer en el sobreentrenamiento como para prevenir lesiones o accidentes derivados de una mala predisposición al ejercicio.

En TodoMountainBike: ¿Salir o no salir a entrenar? Tres situaciones en las que es mejor tomarse un descanso
¿Salir o no salir a entrenar? A veces, lo mejor es tomarse un descanso.

Cuando no salir a entrenar es lo mejor

No haber dormido, haber ingerido una buena cantidad de alcohol, o tener alguna molestia o dolor que no termina de desaparecer, son motivos de peso para no salir a entrenar. ¿Por qué? Porque entrenar con la bicicleta en esas condiciones no ayuda a mejorar el rendimiento físico y, además, es contraproducente, pudiendo ocasionar muchos otros problemas:

  • Cuando no se ha dormido la noche anterior: el sueño es el proceso de recuperación más importante para el cuerpo humano. A nivel fisiológico, una noche sin dormir o de muy mala calidad de sueño afecta de forma importante ciertas funciones del organismo muy necesarias durante el ejercicio físico, provocando una peor gestión de la glucosa y la disminución de la temperatura corporal basal, que no es otra que la responsable, entre otros factores, de la constancia del ritmo cardíaco. A nivel mental, el ciclista se vuelve más lento y menos preciso, así como más predispuesto a padecer otros problemas como un aumento de la percepción de dolor, un mayor agotamiento, trastornos gastrointestinales y una mayor debilidad del sistema inmunitario, con el correspondiente riesgo de infección.
  • Cuando se ha ingerido alcohol: el alcohol es una de las drogas ampliamente aceptadas e integradas en la sociedad y sin embargo es una de las sustancias más potencialmente peligrosas y mortales del planeta. La ingesta excesiva de alcohol provoca todo tipo de enfermedades (hepáticas, oncológicas, cardiovasculares, neurológicas, psiquiátricas, etc) y también está directamente relacionada con las muertes en la carretera, ya sea de conductores, de atropellados, o de ambas partes. El alcohol actúa intoxicando el sistema nervioso central ejerciendo un efecto depresor en sus funciones, lo que se explicado en palabras simples se traduce en una mala coordinación y equilibrio, una disminución de la atención y los reflejos, un mayor tiempo de reacción y una notable reducción de la capacidad cognitiva para calcular la velocidad y las distancias, con el riesgo que ello conlleva para el deportista y para los que le rodean.
  • Cuando hay lesión, dolor o enfermedad en curso: salir a entrenar con la bicicleta en pleno proceso de recuperación posoperatoria o de lesión, padeciendo algún tipo de dolor que no termina de desaparecer, o bajo los efectos de alguna infección vírica como, por ejemplo, la gripe, no es recomendable en ningún caso. Aunque el ejercicio físico es beneficioso para el organismo, hay que tener en cuenta que el ciclismo es una actividad que demanda un trabajo exigente en diversas partes del organismo, y que en caso de disfunción de alguna de estas partes, se puede terminar agravando el problema en lugar de mejorarlo.

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