El avance imparable de la tecnología wearable en España es un fenómeno que, lejos de limitarse a las tendencias, plantea interrogantes cruciales sobre la privacidad de los datos personales. Para finales de 2025, se estima que cerca de cinco millones de personas en el país (una de cada diez) llevarán un smartwatch en su muñeca. Pero más allá de la moda o la utilidad, ¿conocen los usuarios realmente el alcance de la información que están compartiendo?

Los wearables y la gestión de datos personales
El auge de los dispositivos inteligentes como relojes, anillos o gafas ha supuesto una auténtica revolución en la forma en la que se monitoriza la salud y se accede a servicios digitales. Sin embargo, recientes estudios de ciberseguridad advierten que la comodidad puede tener un precio elevado para la privacidad.
Según un análisis realizado por Surfshark, la recopilación de datos por parte de las aplicaciones asociadas a estos dispositivos varía de forma significativa. En el caso de los smartwatches, la media asciende a 11 tipos de datos diferentes, de un total de 35 reconocidos en la App Store. Las gafas inteligentes suelen recolectar 9, y los anillos inteligentes, 6.
Estas cifras, aparentemente inocuas, esconden una realidad mucho más compleja, ya que buena parte de la información puede utilizarse para fines de publicidad, analítica e incluso seguimiento de los usuarios.
Dispositivos populares y riesgos ocultos
La tendencia no es exclusiva de usuarios anónimos: rostros conocidos como Jennifer Aniston, Gwyneth Paltrow o el Príncipe Harry han sido vistos con wearables, contribuyendo a su popularidad. Pero el atractivo de estos dispositivos esconde prácticas de gestión de datos que, en ocasiones, resultan cuanto menos opacas.
Aplicaciones como Meta AI y Amazon Alexa, asociadas a las gafas inteligentes de Ray-Ban o dispositivos similares, pueden llegar a recopilar hasta 33 de los 35 tipos de datos posibles, abarcando categorías como ubicación, historial de navegación, contactos o información financiera.
De hecho, algunas aplicaciones declaran explícitamente la utilización de datos para fines publicitarios de terceros. Un ejemplo es Ultrahuman, en la categoría de anillos inteligentes, que reconoce el uso de direcciones de correo electrónico y otros identificadores para mostrar anuncios personalizados. En el segmento de relojes, marcas como CMF Watch y CASIO Watches también recogen información que puede destinarse al seguimiento de los usuarios.
El reto de las políticas de privacidad
Un aspecto preocupante es la complejidad y longitud de las políticas de privacidad. Muchos usuarios reconocen experimentar una auténtica fatiga de la privacidad ante textos que superan, en ocasiones, las 12.000 palabras, dificultando una comprensión real de qué datos se recopilan y con qué finalidad. Esta situación favorece que la cesión de información sea, en muchos casos, involuntaria o poco informada.
La creciente integración de inteligencia artificial en los wearables agrava la inquietud en torno a los datos biométricos y personales. El hecho de que una persona utilice simultáneamente varios dispositivos (como un smartwatch, un anillo inteligente y unas gafas inteligentes) multiplica los riesgos potenciales, especialmente si no existe un control claro sobre el uso y el almacenamiento de los datos recopilados.
La recomendación principal para las personas que utilizan wearables es revisar cuidadosamente las políticas de privacidad y asegurarse de quién puede acceder a sus datos y con qué propósito. La concienciación y el control sobre la información compartida resultan esenciales para evitar vulneraciones de la privacidad y posibles filtraciones o usos indebidos.
El crecimiento del sector wearable en España es incuestionable, pero plantea un desafío ineludible para usuarios y fabricantes: garantizar la seguridad y privacidad de los datos en un entorno cada vez más conectado. Solo la transparencia y una adecuada educación digital permitirán que la tecnología siga avanzando sin comprometer derechos fundamentales.