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Cómo cuidar el suelo pélvico siendo ciclista: ejercicios y hábitos poco conocidos

Su debilitamiento puede derivar en problemas como pérdidas de orina, molestias en la zona lumbar o disfunciones sexuales, cuestiones que afectan tanto a hombres como a mujeres.

El ciclismo es un deporte que exige constancia, fuerza y resistencia, pero pocas veces se habla de la importancia de mantener un suelo pélvico saludable. Esta musculatura, situada en la base de la pelvis, cumple un papel esencial en la estabilidad del tronco, la correcta transmisión de fuerza en los pedales y la salud general. Su debilitamiento puede derivar en problemas como pérdidas de orina, molestias en la zona lumbar o disfunciones sexuales, cuestiones que afectan tanto a hombres como a mujeres.

Cuidado del suelo pélvico siendo ciclista. Imagen: TodoMountainBike
Cuidado del suelo pélvico siendo ciclista. Imagen: TodoMountainBike

Una parte olvidada en la preparación del ciclista

El tiempo prolongado sobre el sillín, la presión en la zona perineal y el esfuerzo físico repetido son factores que pueden alterar el equilibrio del suelo pélvico. De ahí la importancia de prestar atención a este grupo muscular con rutinas específicas y pequeños cambios de hábitos.

Un primer paso es cuidar la posición sobre la bicicleta. Ajustar bien la altura y la inclinación del sillín reduce la presión en el periné, lo que ayuda a proteger los músculos pélvicos. Optar por sillines ergonómicos con canal central también puede marcar la diferencia en rutas largas.

En cuanto a ejercicios, los ciclistas pueden beneficiarse de los denominados ejercicios de Kegel, que consisten en contraer y relajar de forma controlada el suelo pélvico. Realizados de forma regular, mejoran el tono muscular y refuerzan la estabilidad durante el pedaleo. Una buena manera de integrarlos es practicarlos tres veces al día, con series de 10 a 15 repeticiones.

Ejercitador de suelo pélvico. Imagen: Amazon
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Otra práctica poco conocida, pero muy útil, son los hipopresivos. Esta técnica, basada en la respiración y la postura, ayuda a descomprimir la zona abdominal y a reducir la presión sobre el suelo pélvico. Su incorporación en rutinas de estiramiento o recuperación favorece la prevención de lesiones y mejora la capacidad respiratoria.

Además del trabajo específico, la rutina diaria también influye. Levantarse del sillín con frecuencia en rutas largas y mantener un peso corporal adecuado son medidas que reducen el riesgo de sobrecarga. Incluso acciones tan sencillas como intercalar estiramientos de cadera y glúteos tras los entrenamientos resultan beneficiosas para aliviar tensiones.

Un aspecto clave es escuchar al cuerpo. Si aparecen molestias en la zona pélvica, dolores lumbares recurrentes o alteraciones en el control urinario, lo recomendable es consultar a un fisioterapeuta especializado en suelo pélvico. Estos profesionales pueden diseñar programas personalizados que combinen fortalecimiento, técnicas de liberación y recomendaciones posturales.