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Entrenamiento: La disciplina del deportista y sus efectos sobre el rendimiento físico

El ejercicio produce un aumento del rendimiento físico de un deportista, aunque también psicológico: mejora la disciplina y la capacidad de progresión.

El deporte es uno de los hábitos más saludables para cualquier persona, con un buen número de efectos positivos derivados de su práctica. Un mejor estado de salud en general, una menor presión arterial, una drástica reducción del estrés cotidiano y un aumento de nuestra masa muscular son algunas de las conocidas ventajas de practicar deporte de forma habitual, aunque también encontramos otra ventaja añadida de igual (o más) importancia. Hablamos de la disciplina del deportista, que no es otra cosa que lo que nos lleva a respetar rutinas y horarios de entrenamiento, o a forzar nuestro cuerpo hasta más allá de sus límites cuando nuestras doloridas piernas arden de sufrimiento.

Entrenamiento: La disciplina del deportista y sus efectos sobre nuestro rendimiento

Como sabemos, practicar deporte es una evolución constante y una verdadera batalla interna entre la pereza y la motivación, entre el 'no puedo' y el 'un poco más', entre el caerse y el volverse a levantar. La disciplina del deportista es la fuerza de voluntad que nos obliga a respetar una rutina de entrenamiento, a organizar nuestro tiempo para ello y a sobrepasar nuestros propios límites cuando nuestro cuerpo clama a gritos un merecido descanso. Por ello, la mente de un deportista es uno de los elementos que más evoluciona con el ejercicio, existiendo tres estados mentales claramente diferenciados que cualquier deportista experimenta a medida que su estado físico alcanza su rendimiento máximo:

  • 1. La pereza del principiante: El periodo comprendido durante los primeros meses de entrenamiento. Una etapa en la que nuestros pulmones se quedan sin aire, las agujetas nos castigan todos y cada uno de los días y nuestro cuerpo solamente pide descanso. En esta fase, nuestra cabeza debe imponerse a nuestro cuerpo, obligándonos a entrenar aún cuando estamos agotados/as y/o perezosos/as, estableciendo las sólidas bases de nuestra disciplina.
  • 2. La comodidad del marqués: La etapa en la que nuestro estado físico ya ha alcanzado un estado óptimo. Nos divertimos mientras entrenamos, conseguimos tiempos aceptables en carreras y/o competiciones y podemos controlar el agotamiento y recuperarnos rápidamente tras los entrenamientos. Del mismo modo que en la anterior fase, nuestra cabeza debe tomar la iniciativa para poder evolucionar y mejorar nuestro rendimiento. Solamente con disciplina, superación y más sufrimiento, conseguiremos potenciar nuestro estado físico hasta su nivel máximo.
  • 3. La ferocidad del guerrero: Nuestro mejor estado físico posible. Nos convertimos en verdaderas máquinas competitivas, siempre a punto para poner nuestro cuerpo al límite. Mediante muchos y muchos meses de entrenamiento, hemos conseguido conocer a fondo nuestro cuerpo, averiguar cuánto sufrimiento somos capaces de soportar y estamos preparados/as para afrontar cualquier tipo de reto deportivo. Sin duda, el periodo más bonito de un deportista, aunque también el más difícil de alcanzar.

Como hemos visto, mantener una disciplina en nuestro entrenamiento físico nos llevará irremediablemente a atravesar diferentes fases de nuestra vida deportiva. La mente es el verdadero motor de nuestro cuerpo, y solamente con constancia, paciencia y muchas ganas de superación conseguiremos convertirnos en verdaderos atletas de élite cuyos límites todavía están por descubrir.

En Gentebakat | La disciplina del deportista

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