El auge de las bicicletas ha supuesto un verdadero 'filón' de oro para las estaciones de esquí de medio mundo, antaño desiertas en verano y en los últimos años abiertas para ofrecer un buen número de pistas adaptadas para los ciclistas. La estación alpina Carosello 3000 de Livigno, en la región italiana de Lombardía, también aprovecha la temporada estival para abrir sus pistas a los amantes de la velocidad sobre dos ruedas, e incluso promociona sus nuevas rutas invitando a pilotos de la talla de Danny MacAskill y Hans Rey para la inauguración. Muy recomendable.
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Adaptar el entrenamiento ciclista a altas temperaturas: claves para rendir y evitar riesgos
Planificación, hidratación adecuada, equipamiento técnico y vigilancia constante del propio estado físico conforman la base para una práctica deportiva saludable y eficaz en verano.
La llegada del verano y las olas de calor suponen un desafío importante para quienes practican ciclismo y otros deportes al aire libre. El aumento de la temperatura ambiente incrementa el estrés fisiológico, lo que puede derivar en una pérdida de rendimiento e, incluso, en riesgos para la salud. Por ello, ajustar tanto las rutinas de entrenamiento como los hábitos diarios es fundamental para seguir disfrutando del deporte de manera segura y eficaz.
Ciclista hidratándose. Imagen: TodoMountainBike
Cómo entrenar con calor extremo
Una de las estrategias principales consiste en introducir una adaptación progresiva al calor. Los ciclistas que se exponen de manera regular y controlada a entrenamientos en ambientes cálidos desarrollan una mejor tolerancia térmica. Es recomendable comenzar con sesiones más cortas e intensidades moderadas, aumentando la duración y la carga de forma gradual a lo largo de una o dos semanas.
La periodización del entrenamiento también cobra especial relevancia. Es aconsejable distribuir las sesiones de alta intensidad en las horas del día donde la temperatura es más baja, generalmente a primera hora de la mañana o última de la tarde. Las salidas largas, en cambio, deben realizarse en rutas con suficiente sombra y puntos de avituallamiento.
El incremento de la sudoración bajo altas temperaturas exige una reposición constante de líquidos y electrolitos. No basta con beber solo agua; resulta esencial incluir sales minerales en la hidratación, bien sea a través de bebidas isotónicas o de preparados específicos para deportistas. La planificación previa de la ingesta y el acceso frecuente a líquidos durante el entrenamiento marcan la diferencia en la prevención de calambres, mareos o fatiga extrema.
En cuanto a la nutrición, los ciclistas deben adaptar la cantidad y tipo de alimentos en función de la exigencia térmica. Optar por comidas ligeras y de fácil digestión permite evitar molestias gastrointestinales y asegurar el aporte energético necesario.
El equipamiento tiene un papel clave en la adaptación al calor. Ropa técnica de tejidos transpirables y colores claros favorece la disipación del calor corporal. El uso de casco con buena ventilación, gafas y cremas solares de alta protección ayudan a minimizar los riesgos asociados a la exposición prolongada al sol.
La adaptación al calor no está exenta de riesgos, por lo que es imprescindible prestar atención a las señales del organismo. Síntomas como dolor de cabeza, escalofríos, piel seca o confusión pueden ser indicativos de golpe de calor y requieren la interrupción inmediata de la actividad. Los ciclistas deben priorizar el descanso en jornadas especialmente calurosas y evitar los entrenamientos en condiciones extremas.
En definitiva, adaptar las sesiones de entrenamiento y la rutina diaria es imprescindible para quienes desean mantener el rendimiento y la seguridad durante los meses de altas temperaturas. Planificación, hidratación adecuada, equipamiento técnico y vigilancia constante del propio estado físico conforman la base para una práctica deportiva saludable y eficaz en verano.