El sector del Mountain Bike vuelve a abrir un debate técnico que podría transformar la forma en la que se diseñan y se conducen las bicicletas de alta montaña. Tras años de dominio de las 29 pulgadas y la implantación progresiva del formato mullet en Descenso y Enduro, algunos fabricantes y desarrolladores experimentan ya con ruedas de 32 pulgadas, un tamaño que hasta hace poco se consideraba impracticable para un uso real en senderos.
Un diámetro que busca superar los límites del rendimiento
Las primeras pruebas realizadas por distintos ingenieros y equipos de desarrollo apuntan a una tendencia clara: un mayor diámetro facilita el rodar en secciones irregulares, reduce la pérdida de velocidad en obstáculos y mejora la tracción en largas ascensiones. Estas cualidades abren la puerta a un nuevo paradigma, especialmente en modalidades como el Cross Country y el XCM, donde cada segundo y cada vatio cuentan.
Aunque no existe todavía un estándar comercial definido, las marcas que trabajan en prototipos coinciden en que el salto de 29 a 32 pulgadas ofrece beneficios reales, pero obliga a replantear por completo las geometrías. El aumento de altura del eje, el manejo en curvas cerradas y la compatibilidad con suspensiones y cuadros actuales son retos que están marcando el ritmo de la investigación.
Los ciclistas que han podido rodar con prototipos describen una bicicleta que mantiene la inercia con facilidad en tramos rápidos y pedregosos. También destacan un mayor control en zonas de raíz y piedras sueltas, donde la rueda grande filtra el terreno con más eficacia. Sin embargo, estas ventajas se equilibran con una maniobrabilidad más lenta y con un peso adicional que aún debe optimizarse.
En Descenso y Enduro, la discusión es diferente. La presencia de ruedas mixtas ha demostrado que combinar estabilidad y agilidad puede ser la fórmula ganadora. Añadir una rueda de 32 pulgadas en la parte delantera podría potenciar ese equilibrio, pero las pruebas actuales avisan de limitaciones claras: una horquilla más alta modifica en exceso el ángulo de dirección y condiciona la posición del ciclista.
Los fabricantes observan con interés el impacto que tuvo la llegada de las 29 pulgadas hace una década. En aquella época, la resistencia al cambio fue intensa, aunque finalmente el mercado adoptó el nuevo estándar tras comprobar su rendimiento en competición. La pregunta que se hacen los equipos ahora es si la evolución hacia un formato superior representa un salto similar o si se trata de un nicho destinado a situaciones concretas.
El desarrollo de neumáticos específicos será otro factor clave. El aumento de diámetro no puede resolverse con simples ampliaciones de moldes; requiere nuevos compuestos, mayores refuerzos laterales y carcasa optimizada para evitar deformaciones. Al mismo tiempo, los fabricantes de suspensiones tendrán que trabajar en barras más largas y chasis reforzados que mantengan la rigidez sin penalizar el peso global.
Los próximos meses serán decisivos. Distintas marcas ya han presentado prototipos en pruebas internas durante 2025, e incluso hay lanzamientos comerciales de los primeros modelos de 32 pulgadas. Si las primeras bicicletas demuestran mejoras medibles en eficiencia, estabilidad y velocidad, el debate pasará de la teoría al mercado. Si no, las 32 pulgadas podrían quedar como un experimento interesante pero poco práctico para la mayoría de los ciclistas.
Por ahora, los equipos de desarrollo mantienen la cautela. Se trata de un proyecto que podría influir en las futuras líneas de diseño. Las personas que siguen de cerca la evolución del Mountain Bike conocen bien que cada avance empieza como una idea marginal. Y aunque las 32 pulgadas todavía no tienen calendario de implantación (o sí, quién sabe), ya se estudian como una posibilidad real en la siguiente etapa de evolución del sector.