La bicicleta de XC más avanzada de Cannondale, la recién presentada Scalpel LAB71 Team Replica, tiene un precio de venta al público de 13.999 euros. En cambio, la Honda Forza 750 de 2025, con su tecnología de última generación, sistema DCT y prestaciones ruteras, tiene un precio de 12.390 euros. ¿Tiene sentido que una bicicleta supere en precio a uno de los scooters más avanzados del mercado?

El precio, un reflejo de la exclusividad
La comparación, aunque a priori pueda parecer injusta, plantea una cuestión bastante habitual entre aficionados y no iniciados en el ciclismo: ¿por qué una bicicleta puede llegar a valer más que una motocicleta equipada con motor, electrónica compleja, sistemas de frenado ABS y homologación para circulación por carretera?
La respuesta está en los detalles que no se ven a simple vista. Una bici de gama alta como la Scalpel LAB71 está pensada para competir al más alto nivel. Su cuadro, fabricado con fibras de carbono de última generación, pesa poco más de un kilo y ofrece una rigidez optimizada que influye directamente en el rendimiento. La transmisión electrónica Shimano XTR Di2, los frenos hidráulicos tope de gama y las suspensiones con bloqueo remoto son solo una parte del conjunto.

A esto se suma el coste de desarrollo: Cannondale invierte años en perfeccionar sus diseños, probando materiales, geometrías y sistemas de suspensión. Las ediciones LAB71, en particular, representan la cúspide tecnológica de la marca. No se trata solo de un producto de consumo, sino de una herramienta diseñada para la élite, y como tal, el precio responde a esa exclusividad.
Pero también hay un componente emocional y cultural. En el mundo del ciclismo de montaña y la competición, la bici no es un medio de transporte: es una extensión del cuerpo. Quienes la usan buscan rendimiento, ligereza, precisión y fiabilidad. Cada gramo cuenta. Cada milímetro de recorrido y cada Newton de torsión tienen impacto en la experiencia de conducción.

En cambio, una moto como la Honda Forza 750 responde a otro tipo de necesidad. Su precio se justifica por la producción a gran escala, la competencia en el sector automovilístico y las exigencias de un mercado masivo. El volumen permite amortiguar los costes. En el sector de las bicicletas de gama alta, donde las tiradas son mucho más limitadas, el precio por unidad sube considerablemente.
¿Tiene sentido, entonces, pagar más por una bicicleta que por una moto? Para quien vive el ciclismo como deporte, sí. Para quien lo ve desde fuera, probablemente no. Lo cierto es que el precio de estas bicis refleja tanto su desarrollo técnico como la demanda de un público dispuesto a pagar por ese nivel de perfección.