Navaconcejo fue escenario de una jornada espectacular para cerrar la IX edición de la Picota Bike Race Scott by Orquín, con más de 450 deportistas afrontando la etapa reina: 75 kilómetros y 2.700 metros de desnivel positivo a través de los imponentes paisajes del Valle del Jerte. La localidad cacereña volvió a vibrar con una competición que se ha consolidado como uno de los grandes referentes del ciclismo de montaña en la península.

José Dias, María Reyes Murillo y la dupla Barroso-García dominan en el corazón del Valle del Jerte
En la categoría élite masculina individual, el portugués José Dias ofreció una auténtica demostración de fuerza. Tras su triunfo en la jornada inicial, volvió a imponerse con solvencia en Navaconcejo, aventajando en más de tres minutos a Roberto Bou y en quince a Pablo Guerrero. El podio final de la general reflejó ese mismo orden, coronando a Dias como el gran dominador del fin de semana.
Entre las mujeres, el protagonismo fue para el equipo Extremadura-Ecopilas, que volvió a dejar claro su poder en el panorama nacional. María Reyes Murillo se llevó la victoria de etapa por delante de su compañera Natalia Fischer, con Cristina Morán completando el podio. Fischer, gracias a su regularidad, se adjudicó la general final, seguida de Murillo y Morán.

En parejas élite masculinas, la emoción se mantuvo hasta el último metro. Alberto Barroso y Alejandro García, líderes tras la primera etapa, confirmaron su superioridad ganando nuevamente en la jornada reina. Lo hicieron frente a rivales de gran nivel como José María Sánchez y Enrique Morcillo, que repitieron la segunda plaza, y el tándem formado por Fran Herrero y Raúl Rodríguez, terceros, que firmaron una actuación sobresaliente tras remontar el tiempo perdido por problemas técnicos el día anterior.
El esfuerzo colectivo y la exigencia del trazado dejaron huella entre los participantes, que destacaron tanto la dureza como la belleza del recorrido. La combinación de senderos técnicos, ascensos prolongados y descensos rápidos, junto con el ambiente que ofrecieron los habitantes del Valle del Jerte, convirtió la cita en una auténtica fiesta del ciclismo de montaña.