Todos los neumáticos para bicicletas cuentan con un buen número de características distintas, todas ellas muy importantes y estrechamente relacionadas con el tipo de conducción o modalidad ciclista a la que va dirigida la cubierta. Dentro de estas características encontramos el TPI, que no es otra cosa que la densidad de la carcasa del neumático o, dicho de otra forma, la cantidad de goma presente en el mismo.

El TPI de un neumático
Los diferentes tipos de carcasa se clasifican en función de su TPI, siendo TPI la abreviatura de Thread Per Inch, cuya traducción al español es número de hilos por pulgada. El TPI se encarga de definir la densidad del compuesto de un neumático en función del número de hilos de nylon (o algún tipo de polímero) que atraviesan una superficie de 1 pulgada cuadrada de la carcasa.
Según sea el TPI, los neumáticos asumen una serie de ventajas e inconvenientes. A mayor densidad o cantidad de TPI, menor cantidad de goma tiene la carcasa y es, por tanto, más ligera y sensible a los pinchazos o pellizcos. Las cubiertas utilizadas en Descenso suelen tener una densidad de aproximadamente 30 TPI, mientras que las utilizadas en XC rondan los 120 TPI, mucho más ligeras pero menos resistentes. Otro aspecto a tener en cuenta es que a mayor número de hilos o TPI, menos sonoridad del neumático, y viceversa.
En la actualidad, la mayoría de fabricantes apuestan por un TPI medio, de aproximadamente 60 hilos por pulgada, para sus modelos de cubierta más polivalentes. En los neumáticos destinados a competiciones de XC/Maratón el TPI más extendido se sitúa sobre los 120 hilos por pulgada, mientras que en las modalidades más agresivas como el DH, el Enduro y el Trail, los neumáticos suelen tener un TPI que puede ir desde los 27 hasta los 120 hilos por pulgada según modelo y versión.