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Los alimentos a vigilar para prevenir infecciones intestinales cuando se sale a competir fuera de casa

Los deportistas que compiten en distintas partes del mundo son propensos a sufrir infecciones intestinales: siete alimentos a vigilar para prevenirlas.

Muchos equipos profesionales de ciclismo, especialmente en el mundo del ciclismo en ruta, cuenta con vehículos de apoyo que incluyen un servicio de cocina propio. Al margen de las dietas que cada ciclista lleve o necesite, esto es así porque a la hora de competir en distintas partes del mundo (o incluso de un mismo país), no son pocos los ciclistas que se quedan fuera de una competición por problemas gastrointestinales producidos por la ingesta de alimentos en mal estado o tratados de forma inadecuada.

En TodoMountainBike: Los alimentos a vigilar para prevenir infecciones intestinales cuando se sale a competir fuera de casa
Verduras bien limpias y carnes y pescados muy hechos, dos normas básicas para evitar infecciones intestinales compitiendo fuera de casa.

Alimentos a vigilar fuera de casa

Los alimentos que suelen ser los causantes de esos molestos vómitos, diarreas y dolores de barriga tan comunes cuando se compite fuera de casa, sobre todo cuando se trata de otro país, son todos aquellos que se consumen crudos, poco cocidos o mal lavados. El desgaste físico de un deportista en competición, normalmente con el sistema inmunitario más débil de lo habitual debido al esfuerzo, sumado a la posible presencia de microorganismos nocivos en los alimentos mencionados, da lugar a las temidas infecciones intestinales.

1. El agua: aunque el agua es indispensable para la vida, también es la causante de transmisión de graves enfermedades y parásitos. Siempre hay que hacer uso de agua mineral correctamente envasada o en su defecto de agua hervida, tanto para beber como para cocinar otros alimentos. Esto incluye café, ensaladas, pasta hervida, frutas y una gran variedad de posibilidades alimenticias.

2. Los huevos: los huevos crudos o mal cocinados, sobre todo si se desconoce su procedencia, pueden ser portadores de la bacteria Salmonella, provocando síntomas graves de infección intestinal como fiebre, cólicos, diarrea intensa, vómitos y sangre en las heces. Lo más recomendable es consumir solo huevos bien cocidos y evitar la ingesta de cremas, salsas u otros preparados en los que el huevo sea uno de los ingredientes.

3. La ensalada: aunque a priori en una comida saludable, ingerir verduras crudas es bastante peligroso si estas no han sido lavadas e higienizadas correctamente. La mejor opción para disfrutar de una rica ensalada fuera de casa es dejar las verduras en remojo en una solución de agua con lejía de uso alimentario o con vinagre blanco, a razón de una cucharadita de lejía o vinagre por cada litro de agua.

4. Los enlatados: los alimentos enlatados son muy prácticos y especialmente útiles cuando se está de viaje, pero hay que desconfiar de todos aquellos que están dentro de latas hinchadas o golpeadas o de aquellos que, una vez abiertos, presentan un olor desagradable o un líquido de conserva turbio u oscuro.

5. Carnes y pescados: muchas personas prefieren comer carne y pescado más bien tirando a poco hecho que a muy hecho. Las carnes y pescados poco cocinados de procedencia dudosa pueden estar contaminados con microorganismos muy desagradables, por lo que la mejor solución es cambiar de hábitos durante el viaje y comerlos muy hechos para que el proceso de cocción elimine cualquier posible fuente de infección.

6. Leche y lácteos blandos: la leche es, al igual que el agua, una fuente de bacterias que pueden causar infecciones intestinales y síntomas como cólicos, vómitos y diarreas. Hay que consumir siempre leche pasteurizada o esterilizada (UHT), además de evitar productos lácteos blandos como quesos, yogures y otros postres en los que se desconozca el origen de la leche empleada para su elaboración.

7. Alimentos recalentados: muchos deportistas aprovechan la comida preparada el día anterior para no tener que cocinar durante el día de competición. Hay que tener en cuenta que si los alimentos preparados no están bien envasados y refrigerados convenientemente, es probable que proliferen bacterias que luego causen molestias gastrointestinales.

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