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Cómo prevenir y tratar las ampollas, esas molestas heridas que todo ciclista conoce

Las ampollas, también conocidas como ámpulas, son pequeñas bolsas de piel rellenas de líquido que se suelen producir por una fricción o roce constante de una parte de la piel con algún tipo de objeto.

Las ampollas, también conocidas como ámpulas, son pequeñas bolsas de piel rellenas de líquido que se suelen producir por una fricción o roce constante de una parte de la piel con algún tipo de objeto. Las ampollas son el mecanismo del cuerpo para avisar que cierta actividad está forzando o causando algún tipo de daño en el organismo, en este caso con la piel como principal víctima.

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Botiquín para heridas. ©Steve Buissinne/Pixabay

¿Qué son las ampollas?

Las ampollas (o ámpulas) son pequeñas bolsas que se forman en la piel, normalmente rellenas de líquido, ocasionadas por el resultado de algún tipo de fricción continua. En los ciclistas, la formación de ampollas se suele producir por la presión excesiva en una zona concreta del cuerpo, normalmente sin previo aviso. Son las que se denominan ampollas por fricción.

Este tipo de ampollas aparece con relativa frecuencia en los pies y las manos, especialmente cuando alguna de estas dos partes del cuerpo tiene que habituarse a una nueva actividad deportiva, un aumento de la actividad habitual, un cambio de calzado, guantes o cualquier otro accesorio o componente y, en términos generales, a una combinación de algunos o todos estos factores anteriormente descritos.

Cómo prevenir las ampollas

La mejor manera de evitar la aparición de ampollas pasa por una buena prevención. Para ello, nada mejor que seguir estos consejos para evitar que estas molestas heridas dañen la piel del deportista:

  • Frotar con alcohol las zonas de las manos y pies más propensas a sufrir la aparición de ampollas o las que van a estar expuestas a una actividad física no habitual.
  • Aplicar un pedazo de cinta adhesiva, parche, tirita o almohadilla a la zona o zonas del cuerpo más propensas a la irritación por fricción.
  • Aplicar talco o vaselina para evitar el rozamiento de las manos y pies con otros objetos, como pueden ser unas nuevas zapatillas, unos nuevos guantes o unos puños de manillar recién estrenados.
  • Usar tallas correctas. Unas zapatillas que no se ajustan perfectamente al pie o unos guantes que se desplazan arriba y abajo en las manos son la causa principal de la aparición de ampollas.

Cómo tratar las ampollas

Si a pesar de tomar medidas de prevención no se puede evitar la aparición de una molesta ampolla, lo mejor es seguir una serie de reglas básicas que ayudarán al deportista a curar la herida y aliviar el dolor producido por la misma:

  • La primera norma es no reventar nunca una ampolla con el fin de evitar cualquier riesgo de infección. Sin embargo, hay especialistas que aconsejan drenar la ampolla si esta es demasiado grande o está ubicada en una zona del cuerpo especialmente molesta. En este caso, la mejor opción pasa por visitar al médico para que sea él quien valore el tratamiento a seguir.
  • Tampoco hay que retirar nunca la piel que cubre la ampolla, ya que la zona terminará muy enrojecida, sensible, irritada y propensa a sufrir infecciones. Este pequeño trozo de piel tiene como función proteger el tejido que se regenera debajo de la ampolla, y lo más recomendable es dejarlo hasta que la herida sane completamente.
  • Tener tapada una ampolla con vendajes o tiritas durante las 24 horas del día es una mala idea. Lo más recomendable es lavar la ampolla con agua y jabón y dejarla al aire libre en los momentos en que se tenga una menor actividad, como por ejemplo durante el sueño nocturno. De esta manera, se acelera el proceso de curación de la herida.
  • Mantener la ampolla libre de humedad es esencial para acelerar la curación de la misma. Cuando las gasas que protegen una ampolla se mojan o humedecen por alguna razón, hay que considerar que las mismas se han contaminado y proceder a su cambio. Esto es muy importante en el caso de los deportistas, ya que la actividad física produce una sudoración que puede terminar contaminando la herida y provocando infecciones.

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