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No invertir en uno mismo, el gran error de la mayoría de ciclistas

Para mejorar el rendimiento sobre la bicicleta no solo cuenta el mejor material: es necesario invertir en uno mismo, algo que no todos los ciclistas saben.

A medida que aumenta la experiencia sobre los pedales y se mejora el rendimiento físico, la gran mayoría de ciclistas apuesta por invertir en una nueva bicicleta o hacerse con toda una amplia gama de componentes a cual más ligero buscando una mejora en la forma de rodar. Disponer de un equipo de alto rendimiento es algo necesario en el mundo de la alta competición donde cada décima de segundo cuenta, pero a nivel aficionado, la mejor forma de mejorar el rendimiento (y notar esa mejora) sobre la bicicleta es invertir en uno mismo.

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Invertir en el ciclista, no en la bicicleta

¿Cómo invertir en uno mismo? ¿Qué significa eso? Básicamente, invertir ese dinero que tanto esfuerzo cuesta ahorrar en asuntos muy diferentes a lo material, como por ejemplo un estudio biomecánico, una prueba de esfuerzo, un preparador personal o un nutricionista. Cualquiera de estas opciones es perfectamente válida para conseguir aumentar el rendimiento sobre la bicicleta y, en muchos casos, probablemente incluso más eficientes.

El gran error del ciclista aficionado es creer que, aligerando su bicicleta con nuevos y costosos componentes de última generación, o rodando con el modelo tope de gama de una u otra marca, va a conseguir mejorar su rendimiento. Quizá note una pequeña mejoría, resultado de hacer uso de materiales de alto rendimiento, pero ni de lejos logrará una mejora como la que puede proporcionar ponerse en menos de expertos en biomecánica, en nutrición o en planes de entrenamiento deportivos.

¿Quiere esto decir que no hay que invertir en material? Ni mucho menos. Lo que todo ciclista debe tener claro es que más allá de bicicletas de última generación, componentes de carbono de muy pocos gramos y accesorios de todo tipo y condición, hay otras opciones igual de interesantes. Invertir todo lo ahorrado en productos físicos que después no van a ser capaz de aprovecharse al 100% es un gran error que puede acabar en desilusión, siendo necesario establecer un equilibrio entre la inversión material y la inversión personal.

Hacerse una prueba de esfuerzo al menos una vez al año es esencial para detectar cualquier posible problema de salud, mientras que realizarse un estudio biomecánico sirve para ajustar a la perfección distintos parámetros de la bicicleta según las necesidades físicas del ciclista, con un aumento de rendimiento más que notable. Del mismo modo, ponerse en manos de un nutricionista o un entrenador personal, o de ambos, también son inversiones seguras para mejorar el rendimiento, en todos los casos mucho más efectivas que cambiar la bicicleta de la temporada anterior por el modelo de la siguiente.

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