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Orbea encara 2026 tras un año de decisiones clave y reafirmación de identidad

Al mirar atrás, el mensaje que traslada Orbea es claro: lo que perdura no es solo lo conseguido, sino los principios que guían cada decisión.

El cierre de 2025 deja en Orbea un balance marcado por decisiones estratégicas, crecimiento deportivo y una reflexión profunda sobre el papel de la marca dentro del ciclismo actual. Bajo el mensaje Draw The Line, la cooperativa vasca ha utilizado el último año como un ejercicio de coherencia interna, sentando las bases de un nuevo ciclo que mira directamente a 2026.

Orbea Oiz. Imagen: Orbea
Orbea Oiz. Imagen: Orbea

Un año de decisiones clave dentro y fuera de la competición

Durante 2025, Orbea dio pasos firmes en varias direcciones estratégicas. La competición volvió a ocupar un lugar central en su hoja de ruta, con una presencia reforzada en distintas disciplinas y, especialmente, con la entrada decidida en el Descenso, un movimiento relevante dentro de la estructura de la marca que generó una respuesta inmediata por parte de la comunidad del Mountain Bike.

La evolución tecnológica fue otro de los pilares del ejercicio. El desarrollo de RS Control marcó el inicio de una nueva etapa en la conectividad aplicada a la bicicleta, con una apuesta clara por integrar electrónica y experiencia de uso sin perder de vista el ADN ciclista. Esta línea de trabajo refuerza el debate sobre la innovación en bicicletas y su impacto real en el rendimiento y la práctica deportiva.

En carretera, la innovación se materializó con el lanzamiento de la gama OQUO LTD Road. El buje Q10, diseñado y fabricado íntegramente en Euskadi, simbolizó el compromiso de la marca por acercar ingeniería, producción y rendimiento al entorno local. Los resultados en competición y el reconocimiento por parte de la industria avalaron una estrategia basada en asumir riesgos y explorar nuevos caminos.

Más allá del producto, 2025 tuvo un peso especial en el ámbito corporativo. La asamblea anual aprobó la creación de Orbea Foundation, una iniciativa destinada a canalizar proyectos vinculados a la educación, la comunidad y el futuro del ciclismo. Esta decisión reforzó el carácter cooperativo de la empresa y su voluntad de generar un impacto que vaya más allá del mercado.

Dentro de la organización, las políticas de reubicación y promoción interna evidenciaron una apuesta clara por el talento propio. La cooperativa defendió que el crecimiento sostenible pasa por invertir en las personas que forman parte del proyecto, un enfoque alineado con su estructura y con su forma de entender la industria del MTB.

La presencia internacional se mantuvo activa mediante ferias, festivales y eventos repartidos por distintos mercados. Estos encuentros permitieron estrechar la relación con dealers, partners y ciclistas, además de reforzar la visibilidad de Orbea en un contexto global cada vez más competitivo.

En el apartado de producto, la renovación de Alma recordó el peso que la competición sigue teniendo en el ADN de la marca. La actualización de uno de sus modelos más emblemáticos actuó como nexo entre pasado y presente, conectando la herencia deportiva con las exigencias actuales del Cross Country moderno.

El compromiso con el entorno natural volvió a ser otro de los ejes del año. La inversión en la construcción y conservación de senderos alcanzó nuevos niveles, apoyando a más de 45 asociaciones dedicadas a la protección de los espacios donde se practica el Mountain Bike. Paralelamente, la marca continuó respaldando a clubs locales que facilitan un acceso seguro y cercano al ciclismo.

El impacto social se amplió mediante proyectos orientados a la restauración de espacios naturales, la reconstrucción de territorio y la conexión de más personas con la naturaleza. Los programas educativos y las iniciativas de apoyo al empleo dentro de la red cooperativa alcanzaron a miles de beneficiarios, reforzando la idea de que el progreso debe compartirse.

Al mirar atrás, el mensaje que traslada Orbea es claro: lo que perdura no es solo lo conseguido, sino los principios que guían cada decisión. El cierre de 2025 funciona así como un punto de inflexión que define el camino hacia el futuro.

Todo lo logrado durante el año ha sido posible gracias a las personas que pedalean junto a la marca y a los valores compartidos que sostienen el proyecto. Con esa base, Orbea encara 2026 con una identidad definida y una hoja de ruta clara.