El ciclista y creador de contenido Matt Jones ha vuelto a llevar el riesgo a otro nivel con un proyecto extremo: saltar con su bicicleta entre dos camiones en movimiento, atravesando un hueco que solo existe durante una fracción de segundo. El intento, documentado paso a paso, muestra la complejidad técnica de un desafío donde la precisión milimétrica es la única garantía de supervivencia.

Un reto de precisión con margen de error cero
El desafío comenzó con una prueba sencilla sobre el papel: atravesar dos camiones estáticos para comprobar si la altura era suficiente para no golpear la cabeza. Incluso en esa fase inicial, Jones describió la sensación como 'brutal', anticipando lo que vendría más adelante.
Para las pruebas de aceleración y frenada, utilizó un Audi RSQ8 de 600 caballos. El coche servía como vehículo de lanzamiento para garantizar la velocidad exacta antes del salto y permitir una detención rápida antes de impactar con el lateral de un tráiler. La potencia y la capacidad de frenada eran cruciales, porque la transición entre acelerar y detenerse ocurría en apenas unos metros.
El verdadero problema surgía al introducir el movimiento. Los dos camiones avanzaban en direcciones opuestas, generando un hueco que se cerraba a un ritmo combinado de 11 metros por segundo. Eso dejaba aproximadamente medio segundo real de ventana para que Jones cruzara sin impacto. Si el salto era demasiado alto, demasiado bajo, demasiado lento o demasiado rápido, el resultado podía ser fatal.
Antes de enfrentarse al reto completo, tuvo que demostrar que era capaz de pasar entre un solo camión en movimiento. Ese ensayo dejaba una ventana de apenas 1,6 segundos para entrar y salir del remolque sin ser golpeado por su estructura.
Para reducir cualquier riesgo derivado del factor humano, el equipo empleó camiones autónomos de Scania. Estaban programados para cruzarse en un punto exacto, sin variaciones en la velocidad ni en la trayectoria. Aun así, la tensión era evidente. En uno de los primeros intentos, Jones falló la maniobra por un problema con el manillar, lo que requirió recomponer la concentración en un desafío ya de por sí extremo.
La jornada continuó con múltiples intentos fallidos: el sistema de semáforo (basado en la telemetría GPS del coche y de ambos camiones) solo indicaba luz verde cuando la sincronización era perfecta. Durante horas, Jones recibió luz roja tras luz roja, algunas de ellas por márgenes tan pequeños como 0,02 segundos.
Con la luz del día agotándose, el equipo decidió posponer el salto doble hasta la mañana siguiente. Jones optó por no repetir el salto simple, confiando plenamente en el sistema autónomo y dejando el éxito final en manos de la tecnología y su propia capacidad de reacción.
Al día siguiente, con la tensión acumulada y tras varios nuevos intentos abortados, por fin llegó el momento. El semáforo marcó verde. En ese instante, Jones aceleró sin dudar, se lanzó por la rampa y cruzó entre los dos camiones en el único instante posible. La imagen al otro lado fue recibida entre gritos, abrazos y alivio generalizado. Un reto monumental había sido superado.