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Las leyes más surrealistas que los ciclistas deben acatar en distintos rincones del mundo

Legislaciones disparatadas, normativas desfasadas o simplemente mal planteadas dan forma a un catálogo internacional de reglas que oscilan entre lo cómico y lo absurdo.

Circular en bicicleta puede parecer una actividad sencilla: pedalear, respetar señales y convivir con el tráfico. Sin embargo, hay países en los que esta rutina puede transformarse en un auténtico ejercicio de lógica inversa. Legislaciones disparatadas, normativas desfasadas o simplemente mal planteadas dan forma a un catálogo internacional de reglas que oscilan entre lo cómico y lo absurdo.

Ciclista consultando legislación vigente. Imagen: TodoMountainBike
Ciclista consultando legislación vigente. Imagen: TodoMountainBike

Las leyes ciclistas más absurdas

Uno de los ejemplos más llamativos se encuentra en México, donde los ciclistas deben circular por el centro del carril, incluso si hay un arcén disponible y seguro. Esta norma busca garantizar que los conductores los vean claramente, pero en la práctica suele generar tensiones innecesarias en calles estrechas y con tráfico denso. La intención es buena; el resultado, discutible.

En Australia, y más concretamente en el estado de Nueva Gales del Sur, no llevar timbre en la bicicleta puede costar una multa de 112 dólares australianos. Ahora bien, lo más curioso no es la sanción, sino que la policía local ha llegado a realizar auténticas campañas de control para comprobar el correcto funcionamiento de los timbres. Porque si el timbre no suena bien, también te sancionan.

Cruzar la frontera hacia Japón no mejora las cosas. Allí está prohibido circular en bicicleta con un paraguas abierto. Tampoco está permitido llevar auriculares, hablar por teléfono o montar con tacones. Y si alguien se atreve a beber una cerveza antes de subirse al sillín, que sepa que puede enfrentarse a penas de cárcel. Japón se toma la bicicleta muy en serio, quizás demasiado.

En Suiza, la normativa roza el surrealismo. Todos los ciclistas deben llevar un adhesivo reflectante con una matrícula especial en el guardabarros trasero. Aunque esta regla ha quedado parcialmente obsoleta tras la retirada de los seguros obligatorios en 2012, algunos municipios aún la exigen, y no tenerla puede suponer una sanción. ¿La lógica? Difusa. ¿El resultado? Más burocracia que seguridad.

Alemania también aporta su granito de arena a este catálogo de despropósitos. Allí es obligatorio que los ciclistas usen carriles bici cuando estén disponibles, aunque estén en mal estado o llenos de obstáculos. Si un ciclista decide usar la calzada por seguridad, puede ser multado. Es una norma que da prioridad al cumplimiento literal por encima del sentido común.

En Estados Unidos el desvarío es más variado, ya que cada estado tiene su propia legislación. En Alabama, por ejemplo, es ilegal circular en bicicleta sin tener al menos una mano en el manillar (hasta aquí todo bien), pero en el estado de Idaho los ciclistas pueden saltarse un semáforo en rojo tras hacer una parada y comprobar que no viene nadie. Lo llaman la ‘Idaho Stop’, y aunque parece sensato, en otros estados te pueden multar por hacer lo mismo.

En Francia, desde 2015, los menores de 12 años están obligados a llevar casco, incluso si van como pasajeros en una silla infantil. Sin embargo, los adultos pueden circular sin casco sin problema, lo que ha generado críticas por incoherencia normativa. Proteger a los niños está bien, pero ¿por qué no aplicar el mismo criterio a todos los ciclistas?

Por último, en Emiratos Árabes Unidos, la bicicleta es vista más como un problema que como una solución. En muchas ciudades está prohibido circular en bicicleta por las vías principales y, en algunos casos, se exige una licencia específica para poder pedalear, como si se tratase de un coche. Lo irónico es que se promueven los carriles bici en zonas turísticas, pero no se permite su uso en desplazamientos urbanos.