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Los mejores momentos de la Orbea Monegros 2025

Con el viento como testigo y una atmósfera cargada de emoción, la emblemática marcha de MTB volvió a demostrar por qué es uno de los eventos más multitudinarios del ciclismo de montaña en Europa.

El pasado mes de abril, la Orbea Monegros conmemoró su 25 aniversario con una jornada épica que quedará en la memoria de los más de 7.000 participantes que se dieron cita en Sariñena. Con el viento como testigo y una atmósfera cargada de emoción, la emblemática marcha de MTB volvió a demostrar por qué es uno de los eventos más multitudinarios del ciclismo de montaña en Europa.

Participantes de la prueba. Imagen: Orbea Monegros
Participantes de la prueba. Imagen: Orbea Monegros

El ambiente en la localidad oscense fue vibrante desde primeras horas. Sariñena multiplicó su población habitual gracias a los miles de ciclistas y acompañantes llegados de toda la península y de varios países europeos. La cita no solo confirmó su capacidad organizativa, sino también su carácter festivo y popular, convirtiéndose en un punto de encuentro obligado para los amantes del ciclismo de montaña.

La salida, como es habitual, se realizó desde el recinto ferial, transformado para la ocasión en una auténtica fiesta. Entre fuegos artificiales, música y confeti, los corredores iniciaron las dos modalidades de recorrido: la Maratón de 113 kilómetros y la Media Maratón de 86. Ambas rutas ofrecieron un espectáculo visual a través de paisajes característicos como el tozal de la Cobeta, una referencia geográfica inseparable de la prueba.

Una de las grandes novedades de esta edición fue la inclusión de premios en la categoría absoluta, una primicia que dio un enfoque más competitivo al evento. El costarricense Andrey Amador y la española Pilar Fernández se alzaron con la victoria tras sendas actuaciones destacadas. Amador protagonizó una escapada en solitario desde el kilómetro 25, manteniendo su ritmo hasta cruzar la meta con un tiempo de 3:26:21. Por su parte, Fernández dosificó inteligentemente su energía durante los primeros tramos para lanzar su ataque final con autoridad, firmando un crono de 4:21:21.

La meteorología fue, como en tantas otras ediciones, un factor determinante. El viento constante añadió una dificultad extra a una ruta ya de por sí exigente, exigiendo a los participantes una dosis extra de resistencia y estrategia. Lejos de ser un obstáculo, este elemento reforzó el componente épico de la jornada, subrayando el esfuerzo colectivo de quienes decidieron medirse con los caminos polvorientos del desierto aragonés.