Competición

El Tour de Francia y su batalla silenciosa contra los penes y otros grafitis obscenos en el asfalto

Más allá de la competición deportiva, existe un trabajo discreto y esencial que permanece fuera del foco mediático, pero que es clave para mantener la imagen del evento y de Francia ante millones de telespectadores.

Cada verano por estas fechas, las carreteras francesas se convierten en el escenario de la máxima cita del ciclismo mundial: el Tour de Francia. Más allá de la competición deportiva, existe un trabajo discreto y esencial que permanece fuera del foco mediático, pero que es clave para mantener la imagen del evento y de Francia ante millones de telespectadores.

Brigada de limpieza del Tour de Francia. Imagen: NOS Sport
Brigada de limpieza del Tour de Francia. Imagen: NOS Sport

Los ‘Eraser Men’ del Tour de Francia

Desde la organización del Tour, se coordina diariamente un operativo singular: dos empleados de la empresa Doublet, Patrick Dancoisne y Joël Gautriand, recorren los últimos 60 kilómetros de cada etapa en una auténtica contrarreloj para transformar los grafitis obscenos y mensajes ofensivos que aparecen en el asfalto.

Equipados con botes de pintura, rodillos y una furgoneta, estos trabajadores, conocidos popularmente como los eraser men, tienen la misión de camuflar todo tipo de imágenes polémicas antes de que pasen la caravana publicitaria y el pelotón.

El procedimiento es siempre el mismo: comienzan la jornada antes del amanecer, revisando la ruta en sentido inverso para localizar las pintadas. Después, regresan sobre sus pasos, actuando con rapidez y creatividad para que los mensajes o dibujos (que van desde símbolos sexuales hasta insultos políticos o alusiones al dopaje) desaparezcan o se transformen en figuras inocuas. La falta de tiempo les obliga, en ocasiones, a cubrir directamente las imágenes con una capa de pintura para hacerlas irreconocibles, renunciando a detalles artísticos.

Durante el Tour, este equipo llega a realizar una veintena de intervenciones diarias, utilizando más de 350 litros de pintura a lo largo de toda la prueba. El objetivo principal es evitar que las imágenes aéreas captadas por helicópteros y drones, que muestran la belleza del paisaje francés y forman parte de la estrategia de promoción del país, se vean empañadas por grafitis inapropiados.

El Tour de Francia es mucho más que ciclismo; es un escaparate internacional que requiere atención minuciosa en cada detalle, incluido el asfalto por el que ruedan los ciclistas. Gracias a la labor invisible de este peculiar equipo, la prueba puede mantener intacta su imagen y su carácter emblemático.