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Strava recula en su batalla contra Garmin y busca salvar su alianza clave en el ciclismo digital

Apenas tres semanas después de iniciar el proceso judicial por presunta infracción de patentes, la red social para deportistas ha optado por dar marcha atrás, presentando una desestimación voluntaria sin perjuicio.

La inesperada retirada de la demanda que Strava interpuso contra Garmin ha sacudido al sector del deporte conectado. Apenas tres semanas después de iniciar el proceso judicial por presunta infracción de patentes, la red social para deportistas ha optado por dar marcha atrás, presentando una desestimación voluntaria sin perjuicio ante el tribunal de Colorado el pasado 21 de octubre.

Strava denuncia a Garmin. Imagen: TodoMountainBike
Strava denuncia a Garmin. Imagen: TodoMountainBike

Un conflicto con consecuencias más allá de lo legal

El enfrentamiento entre ambas compañías había generado una gran expectación. Strava acusaba a Garmin de vulnerar dos de sus patentes más reconocibles: una relacionada con los mapas de calor y rutas de popularidad, y otra vinculada al sistema de Segmentos, una de las funciones que más identifica a la plataforma. Además, solicitaba medidas cautelares para frenar la venta de dispositivos con dichas funciones, lo que afectaba de lleno a la mayoría de relojes y ciclocomputadores de Garmin.

Sin embargo, según el análisis de DC Rainmaker, la ofensiva legal era percibida como débil y arriesgada. Los expertos apuntaban a una alta probabilidad de que el tribunal invalidara las patentes o de que Garmin respondiera con una contrademanda, un escenario que habría resultado especialmente perjudicial para Strava.

La decisión de retirar la denuncia parece, por tanto, una maniobra pragmática. Garmin representa el principal socio de integración para Strava, tanto por el número de usuarios que sincronizan sus actividades como por su peso económico dentro del modelo de suscripciones. Una hipotética ruptura habría tenido consecuencias devastadoras para la red social, dependiente del ecosistema de dispositivos Garmin para mantener su volumen de datos y su base de usuarios activos.

De hecho, DC Rainmaker advierte que si Garmin cortara el acceso a su API, Strava desaparecería en cuestión de días. Ante ese riesgo, la retirada de la demanda se interpreta como un intento de evitar un daño irreparable a la relación entre ambas compañías.

En las jornadas previas a este giro, Strava había comenzado a rebajar el tono de su discurso público. Primero anunció su compromiso con las nuevas normas de la API de Garmin, aceptando la atribución de marca en los datos de actividad y en los gráficos. Poco después, envió un mensaje de tranquilidad a los usuarios, subrayando que mantener la conexión con Garmin era su máxima prioridad.

Pese a ello, el episodio deja heridas profundas. Tras más de quince años de colaboración, la relación entre ambas firmas parece haberse deteriorado gravemente. Fuentes citadas por DC Rainmaker señalan que la confianza está seriamente dañada, y algunos movimientos recientes apuntan a un reajuste estratégico: Garmin ha fortalecido acuerdos con plataformas rivales como Komoot, un gesto que podría marcar un cambio de alianzas dentro del ecosistema digital ciclista.

La controversia también ha reabierto el debate sobre la estrategia empresarial de Strava en un momento clave, con su salida a bolsa prevista para 2026. Analistas interpretan la demanda como un intento fallido de reforzar su valor tecnológico ante los inversores, exhibiendo su cartera de patentes como activo. Pero el resultado ha sido el contrario: ha sembrado dudas sobre la gestión de su equipo directivo y ha evidenciado la fragilidad de sus relaciones con socios clave.

Por el momento, ninguna de las dos compañías ha emitido un comunicado conjunto. La conexión entre ambas plataformas sigue activa, lo que garantiza que los usuarios puedan continuar sincronizando sus actividades con normalidad. No obstante, la situación deja una lección clara: en un ecosistema digital interdependiente, iniciar una guerra con un aliado estratégico puede ser un auténtico suicidio empresarial.