Las temperaturas bajas son el mejor aliado a la hora de quemar más calorías sobre una bicicleta. La sudoración, mucho más frecuente (o visible) en verano, es erróneamente asociada a un mayor gasto calórico, pero lo cierto es que durante la práctica deportiva en condiciones de frío el organismo requiere un mayor consumo energético para mantener una temperatura corporal óptima.
Practicar actividades deportivas al aire libre en los meses más fríos del año es mucho más efectivo a la hora de perder peso. El frío hace que el organismo pierda su temperatura interna mucho más rápido que en condiciones calurosas, provocando un consumo más elevado de calorías para poder mantener una temperatura corporal adecuada.
Dicho de otro modo, el cuerpo humano consume más calorías cuando hace frío para equilibrar la diferencia entre la temperatura externa y la temperatura corporal. Además de un mayor consumo energético, el frío también causa ciertos cambios en los sistemas cardiovascular y músculo esquelético del cuerpo humano. Las bajas temperaturas provocan una mayor rigidez a nivel articular y una leve limitación en la capacidad elástica y contráctil de los músculos, así como más sequedad de la piel debido a una mayor vasoconstricción.
Esto se debe a que el organismo limita ciertos aspectos de su funcionamiento para favorecer el ahorro energético y prevenir un descenso de la temperatura corporal por debajo de lo saludable. Aunque es frecuente asociar los meses fríos con tardes frente a la chimenea o acurrucados en el sofá con una gruesa manta encima, lo cierto es que se trata de la mejor época del año para adelgazar practicando deporte al aire libre.
Calentar la musculatura de forma progresiva, iniciando el ejercicio de un modo suave, así como equiparse con la ropa técnica adecuada, es suficiente para favorecer la circulación sanguínea y predisponer los músculos a un trabajo más intenso sin temor a sufrir calambres, contracturas y otras lesiones.
