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Los datos detrás del despegue histórico impulsado solo por ciclistas del Red Bull-BORA-hansgrohe

El proyecto, denominado Peloton Takeoff (en español, Despegue del pelotón), se desarrolló en el aeródromo de Son Bonet y culminó con éxito tras alcanzar la velocidad necesaria para generar sustentación.

Mallorca fue escenario el 4 de diciembre de 2025 de una escena inédita en el deporte y la ingeniería aplicada al alto rendimiento: nueve ciclistas del equipo Red Bull-BORA-hansgrohe lograron poner en vuelo un planeador sin motor, remolcado exclusivamente con la fuerza de sus piernas. El proyecto, denominado Peloton Takeoff (en español, Despegue del pelotón), se desarrolló en el aeródromo de Son Bonet y culminó con éxito tras alcanzar la velocidad necesaria para generar sustentación.

Ciclistas del Red Bull-BORA-hansgrohe despegando un planeador. Imagen: Samo Vidic / Red Bull Content Pool
Ciclistas del Red Bull-BORA-hansgrohe despegando un planeador. Imagen: Samo Vidic / Red Bull Content Pool

Ingeniería, vatios y aerodinámica detrás de 'Peloton Takeoff’

El reto no se planteó como una acción promocional al uso, sino como un experimento técnico real. La dirección del proyecto recayó en Dan Bigham, responsable de ingeniería del equipo y medallista olímpico, encargado de convertir una idea extrema en un escenario viable desde el punto de vista físico y mecánico.

El primer paso fue modelizar el comportamiento del planeador en función de la velocidad relativa del aire, un parámetro distinto al que condiciona el esfuerzo del ciclista sobre el asfalto. Tal y como explicó Bigham, desarrollamos un modelo muy interesante en el que analizamos cómo variaban la sustentación y la resistencia del avión en función de la velocidad. Esa diferencia convirtió al viento y a las condiciones ambientales en factores críticos para el éxito.

Ciclistas del Red Bull-BORA-hansgrohe. Imagen: Samo Vidic / Red Bull Content Pool
Ciclistas del Red Bull-BORA-hansgrohe. Imagen: Samo Vidic / Red Bull Content Pool

Una vez definidos los requisitos aerodinámicos, llegó el desafío de la transmisión de potencia. No existía ningún sistema comercial capaz de unir de forma segura a nueve ciclistas con un planeador real, por lo que fue necesario diseñar un arnés específico y un sistema de remolque con un cable de 150 metros. El propio ingeniero lo resumió con claridad: no es algo que puedas comprar directamente ya hecho.

La ejecución exigía cifras propias del máximo nivel profesional. Los cálculos situaban la viabilidad del despegue con una aportación cercana a los 550 vatios por ciclista. En el intento definitivo, el grupo superó ese umbral y mantuvo una media aproximada de 650 vatios durante cerca de 90 segundos, alcanzando un pico conjunto próximo a los 6.500 vatios y una velocidad de 54 km/h en una recta de 1.500 metros.

La coordinación fue tan determinante como la potencia. Todos los corredores debían pedalear sentados, mantener una formación compacta y aplicar exactamente el mismo esfuerzo para evitar tensiones irregulares en el sistema de remolque. Bigham lo explicó de forma directa: tienes que hacer exactamente el mismo esfuerzo que tu compañero dentro del grupo, en una dinámica más cercana a una contrarreloj por equipos que a un esprint.

Ciclistas del Red Bull-BORA-hansgrohe despegando un planeador. Imagen: Predrag Vuckovic / Red Bull Content Pool
Ciclistas del Red Bull-BORA-hansgrohe despegando un planeador. Imagen: Predrag Vuckovic / Red Bull Content Pool

Incluso el orden de los ciclistas se decidió a partir de datos objetivos. El equipo analizó el perfil de potencia y la eficiencia aerodinámica de cada corredor para definir una alineación optimizada, maximizando la eficiencia colectiva y reduciendo las pérdidas energéticas.

El grupo estuvo formado por Florian Lipowitz, Callum Thornley, Davide Donati, Nico Denz, Jordi Meeus, Tim Van Dijke, Laurence Pithie, Gijs Schoonvelde y Adrien Boichis, nueve corredores convertidos en una unidad de propulsión humana capaz de llevar al aire al piloto Andy Hediger.

Más allá de lo espectacular de las imágenes, el proyecto deja una conclusión clara: el ciclismo profesional es un laboratorio de ingeniería en movimiento. Cuando los vatios, la aerodinámica y la coordinación se llevan al límite, pueden dar lugar a resultados impensables. Como cerró Bigham tras el despegue: hoy hemos hecho algo monumental.