Una de las muchas manías que comparten miles y miles de ciclistas de todo el planeta es esa enfermiza obsesión por el peso de su bicicleta. Para muchos, invertir en el componente más ligero posible es una necesidad más que un capricho, siempre en la búsqueda constante de reducir gramos en la báscula para rebajar marcas Sub-? que, más allá de la competición al más alto nivel (y ni eso), no tienen mucho sentido. En cualquier caso y de especial interés para los amantes de los pesos ligeros, la definición de lo que es exactamente un kilogramo va a ser revisada a lo largo de 2018.
El Sistema Internacional de Unidades
La Oficina Internacional de Pesos y Medidas de París (BIPM, por sus siglas en francés), es el organismo encargado de definir el Sistema Internacional de Unidades (SI) vigente desde el año 1960. Este sistema de unidades se usa en todos los países del mundo con excepción de Birmania, Liberia y Estados Unidos, y básicamente es el que define qué son y cómo se miden siete unidades básicas que expresan magnitudes físicas: el metro para la longitud; el kilogramo para la masa; el segundo para el tiempo; el amperio para la corriente eléctrica; el kelvin para la temperatura termodinámica; el mol para la cantidad de sustancia; y la candela para la intensidad luminosa.
Para 2018, el BIPM ha anunciado la más completa revisión del Sistema Internacional de Unidades desde su instauración. En concreto, en noviembre de 2018 se redefinirán las unidades de mol, amperio, kelvin y kilogramo, con dichos cambios entrando en vigencia a partir de mayo de 2019. El propósito de esta revisión es definir las unidades en base a relaciones con constantes universales como la velocidad de la luz, la constante de Planck o las oscilaciones de un átomo de Cesio, entre otras, en lugar de hacerlo con constantes abstractas o definiciones arbitrarias para cada una de ellas.
A modo de ejemplo, en la actualidad la unidad de kilogramo está definida por la masa de un cilindro de 39 milímetros de altura y 39 milímetros de diámetro hecho con una aleación de 90% de platino y 10 % de iridio, con una densidad de 21.500 kg/m³. El problema es que al tratarse de un objeto y, por tanto, sensible a cambios físicos aunque sea a nivel atómico, puede perder átomos o absorber moléculas del aire, variando así su peso original. El propio BIPM ha detectado que algunas copias oficiales de este cilindro han ganado 50 microgramos en un siglo, perdiendo toda validez en lo que a rigor de medición se refiere.
¿La solución? Basar la unidad en constantes universales invariables (hasta que la ciencia demuestre lo contrario). En el caso del kilogramo, pasará a definirse por la constante de Planck utilizando para ello la balanza de Watt, un instrumento que compara el peso causado por una masa con una fuerza electromagnética (fuerza de Lorentz) para arrojar como resultado el peso de la masa comparada en términos de la mencionada constante de Planck. ¿En qué afecta a los ciclistas de a pie? En nada, pero el saber no ocupa lugar y no está de más recordar que el peso de una bicicleta no tiene por qué convertirse en una obsesión.