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Adolf Silva sigue luchando: así avanza su recuperación en los capítulos 3 y 4 de la serie 'Still Loco'

En los capítulos tres y cuatro, ya disponibles, el foco se desplaza a dos hitos clave: los primeros pasos hacia la autonomía y el regreso a casa tras semanas de hospitalización.

Adolf Silva continúa mostrando al detalle su vida después del grave accidente sufrido en el Red Bull Rampage 2025, que le provocó una lesión medular severa y la pérdida de sensibilidad desde el pecho hacia abajo. A través de su docuserie en YouTube, Still Loco, el rider convierte su rehabilitación en un relato en tiempo real que mezcla fisioterapia, miedos, avances y momentos cotidianos en familia. En los capítulos tres y cuatro, ya disponibles, el foco se desplaza a dos hitos clave: los primeros pasos hacia la autonomía y el regreso a casa tras semanas de hospitalización.

Adolf Silva. Imagen: Instagram
Adolf Silva. Imagen: Instagram

Del hospital al salón de casa: pequeños gestos que cambian una vida

Lejos de los focos de la gran competición, el escenario ahora es muy distinto: una camilla de fisioterapia, una silla de ruedas, el asiento de un coche aparcado a pie de acera o el banco de un parque. En este contexto, Still Loco se mantiene fiel a la idea que el propio Silva explicó al lanzar la serie: enseñar qué implica realmente vivir con una lesión medular y cómo se reconstruye el día a día cuando el objetivo ya no es firmar el mejor truco, sino recuperar la máxima independencia posible.

El capítulo 3 arranca con un momento que resume bien el tono de la serie: el primer traslado desde la silla de ruedas al asiento de un coche. Bajo la supervisión de su terapeuta, Silva prueba diferentes alturas, comprueba si puede apoyarse en el marco, evalúa la distancia entre la silla y la puerta y asume que es probable que acabe arañando la carrocería. Entre bromas, ánimos y correcciones técnicas, se ve el trabajo real que hay detrás de algo tan básico como entrar y salir de un vehículo sin ayuda constante. El mensaje de fondo es claro: cada gesto cotidiano es ahora un ejercicio específico de fuerza, coordinación y técnica.

Esa misma lógica se repite en las sesiones de fisioterapia que vertebran el episodio. El espectador le ve elevando el tronco, intentando activar los glúteos, controlando la postura para que la zona lumbar no se derrumbe y trabajando el equilibrio con apoyos mínimos. Los terapeutas destacan que empieza a mostrar control del tronco en varias direcciones, una señal clave para ganar estabilidad sentado y para futuros movimientos de transferencia. Al final, un test funcional que arroja 56 puntos sirve como medida objetiva de sus avances… y como combustible psicológico para seguir apretando.

El capítulo se completa con escenas más ligeras: una visita rápida al parque, algún snack compartido, risas con el equipo médico y juegos con amigos. Hay momentos de aplausos, pequeñas celebraciones cuando un ejercicio sale mejor que el anterior y comentarios irónicos que rebajan la tensión. Esa combinación de trabajo duro y complicidad ayuda a entender el papel del entorno en una rehabilitación que será larga, cara y exigente a todos los niveles.

El episodio 4 cambia ligeramente el tono. Se centra en el concepto de cambio y en la adaptación a una nueva etapa. Arranca con una escena casi competitiva: cronómetro en mano, Silva se somete a una prueba de esfuerzo en la que intenta rebajar su propio registro anterior. El ambiente recuerda a una clasificatoria improvisada, pero ahora el rival es el tiempo que tarda en completar una tarea de rehabilitación, no un truco sobre un cortado de Utah.

A partir de ahí, el capítulo muestra un nivel más avanzado de trabajo físico. Se le ve hacer transferencias con menos asistencia, ajustar las piernas por sí mismo, mantener la estabilidad mientras sujeta diferentes apoyos y seguir instrucciones muy precisas para activar el abdomen y empujar la zona lumbar hacia arriba. En un momento dado aparecen mareos intensos, que el equipo relaciona con un problema en los canales del oído interno. La escena recoge cómo la fisioterapeuta prepara unas maniobras específicas para solucionar esos problemas del oído que alteran el equilibrio, un recordatorio más de lo complejo que puede ser el proceso para una persona con una lesión medular reciente.

El tramo final del capítulo 4 gira alrededor del retorno a casa. Silva se despide del hospital, hace la última comida en la cafetería y se prepara para un viaje que, a nivel emocional, pesa bastante más que cualquier vuelo a una competición. De vuelta al hogar, la cámara enseña escenas cotidianas: maniobras para entrar y salir de la cama, ajustes de posición en el sofá, ayuda puntual de familiares, momentos de cansancio y gestos de cariño que alivian la tensión. El propio Adolf reconoce que volver a casa resulta extraño y estresante, pero también necesario para recuperar una sensación de normalidad.

De fondo, la serie recuerda que la historia de Silva no se escribe solo en la sala de rehabilitación. La comunidad del MTB y del deporte de acción sigue muy pendiente de su evolución y ha canalizado parte de ese apoyo a través de la campaña oficial de Road2Recovery, destinada a costear tratamientos, material adaptado y las obras necesarias para adaptar su vivienda y sus desplazamientos.

Para los aficionados al ciclismo de montaña y al freeride, la serie funciona como espejo y como advertencia. Recuerda que detrás de cada línea extrema hay riesgo real, pero también muestra que la cultura de la progresión puede transformarse en cultura de la resiliencia cuando las cosas se tuercen. Para cualquier ciclista lesionado, escuchar a Silva hablar de frustraciones, avances mínimos y objetivos a muy corto plazo puede convertirse en una herramienta de motivación y, en muchos casos, en una guía emocional.

Con los capítulos 3 y 4, la historia entra en una fase clave: el paso del entorno hospitalario al doméstico, el salto de la dependencia casi total a la búsqueda activa de autonomía y la asimilación de que la vida, aunque haya cambiado por completo, sigue en marcha. El proyecto Still Loco deja claro que la locura de Adolf Silva ahora ya no está en tirar el truco más grande, sino en levantarse cada día dispuesto a sumar un milímetro de progreso más.