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Alimentos que parecen inofensivos pero arruinan una salida en bicicleta

Existen productos que parecen ligeros e inofensivos, pero que en plena actividad física se convierten en un lastre para el organismo.

Planificar una salida en bicicleta no solo implica revisar la presión de los neumáticos o ajustar el sillín. La elección de los alimentos antes y durante la ruta es determinante para rendir bien y evitar problemas digestivos que pueden arruinar una jornada sobre las dos ruedas. Existen productos que parecen ligeros e inofensivos, pero que en plena actividad física se convierten en un lastre para el organismo.

Bollería industrial. Imagen: Photowill / Pixabay
Bollería industrial. Imagen: Photowill / Pixabay

Lo que se come antes y durante la ruta puede marcar la diferencia

Uno de los errores más frecuentes es recurrir a bollería industrial o productos azucarados de absorción rápida justo antes de pedalear. Aunque proporcionan energía inmediata, provocan picos de glucosa que derivan en una caída repentina del rendimiento a los pocos kilómetros. El bajón energético puede aparecer cuando más se necesita mantener la constancia en el pedaleo.

Los lácteos enteros y sus derivados grasos también suelen jugar malas pasadas. Un yogur cremoso, un vaso de leche o un trozo de queso parecen opciones aceptables, pero su digestión lenta genera pesadez y molestias estomacales que en plena ruta resultan incómodas. Lo mismo sucede con las carnes procesadas y embutidos, ricos en grasas saturadas y sal, que ralentizan la digestión y aumentan la sensación de sed.

Otro grupo de alimentos problemáticos son los ricos en fibra insoluble, como legumbres, algunas verduras crudas y cereales integrales. Aunque forman parte de una dieta saludable, su consumo justo antes de pedalear puede causar gases, hinchazón o urgencia intestinal. Lo recomendable es reservarlos para comidas alejadas del momento de la salida.

Las bebidas gaseosas y refrescos azucarados, por su parte, no solo generan sensación de hinchazón, también dificultan la correcta hidratación. El gas puede provocar molestias abdominales y el exceso de azúcar agrava el riesgo de deshidratación al exigir más agua para su metabolización.

Incluso alimentos tan comunes como los frutos secos fritos o salados pueden arruinar la experiencia sobre la bicicleta. Aunque aportan energía y grasas saludables en su versión natural, cuando se presentan tostados con sal generan sed y aumentan la pérdida de líquidos, algo poco recomendable en días de calor o rutas largas.

El café merece una mención aparte. Una taza moderada puede mejorar la concentración y el rendimiento, pero un exceso provoca nerviosismo, taquicardia o la necesidad de parar más de una vez por un apuro intestinal. La clave está en conocer la tolerancia personal y no experimentar el mismo día de la salida.

En definitiva, la nutrición previa a una ruta ciclista debe centrarse en alimentos de fácil digestión, ricos en carbohidratos complejos y con un aporte moderado de proteínas y grasas. Una elección adecuada marca la diferencia entre disfrutar de la salida o sufrir problemas estomacales y energéticos que convierten cada kilómetro en un reto innecesario.